viernes, 5 de agosto de 2011
El eterno anhelo del tiempo pasado
miércoles, 30 de marzo de 2011
El nuevo (nuevo) cine mexicano en el Ariel
El ejercicio consciente de crearse una imagen conceptual sobre uno mismo, y apropiarse de una identidad que nos impida flotar en el terreno de la indefinición, es acaso la primera condición necesaria para sentirse humano al tiempo que nos apropiamos de una nacionalidad. ¿Pero a qué voy con todo esto? Voy a hablar de lo que a este blog compete, que es el fenómeno cinematográfico, en específico sobre la multiplicidad de temáticas que se advierten en el más reciente cine mexicano y que tienen un espacio en los premios Ariel de este año, otorgados por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, a lo mejor de la producción nacional de cine.
¿Pero cómo carajos contribuye el cine a formar la idea de Nación? Repitiendo y creando representaciones, tantas como sea posible, una y otra vez, hasta permitirnos reconocernos en la pantalla y sentirnos aludidos o experimentar el descubrimiento de una parte de realidad desconocida hasta entonces.
Para ejemplificar esta diversidad hablaré de manera muy somera sobre cuatro nominadas al premio Ariel en distintas categorías. Pero antes de pasar a ello, una reflexión: no es fortuito que no se hable sobre censura en el cine mexicano actual ni que los temas parezcan ir a extremos insospechados a los que en tiempos pasados hubiera sido imposible acceder; algo sucede que creo que predomina hoy día un cine nacional de autor, en donde se potencia la expresión individual, la visión de cada director sobre su parte de ser ‘mexicano’.
Cuatro películas nominadas al Ariel
¿Quién en la tierra del amorcito corazón hubiera pensado que la tentación despertada pudiera ser la del canibalismo? No me indigno ni me asusto, sólo destaco la ¿madurez? con la que se aceptó a Somos lo que hay (2010). En este filme citadino se defiende aquella idea muy mexicana de que “la familia es primero”, pero con un grado de particularidad poco usual: ausente el padre proveedor de comida (humana, literal: carne de hombre), el primogénito verá por el sustento de sus consanguíneos . Este filme caníbal de Jorge Michel Grau, atípico en el cine mexicano, competirá por el Ariel en las categorías a mejor música original, de Enrico Chapela; y mejor efectos especiales, para Alejandro Vázquez y Efeccine Mobile.
En la categoría a mejor ópera prima está La mitad del mundo (2010), de Jaime Ruiz Ibañez, filme en donde se sugiere una historia que por inverosímil, pudiera resultar verídica―en el sentido de que la realidad siempre supera a la ficción. Un poblado escaso en varones (¿donde he visto eso?) presencia un acto “inmoral” a todas luces y cobra venganza por su propia mano; sin embargo, la verdadera doble moralidad subyace más allá de los reflectores en que se convierten los rumores pueblerinos, y el castigo que correspondería a la otra vida se adelanta y concreta en este mundo.
Si se cree en la fatalidad de la condena en el más allá por haber llevado una vida desapegada a la norma cristiana, y se piensa en el Infierno (2010) como un lugar sobre poblado, se acepta el hecho de que este mundo tarde o temprano comenzará a llenarse de la peor escoria posible. En el México de Luis Estrada eso ya sucedió, y es en pleno 2010 en donde se vive el peor escenario para un país (corrupción, narcotráfico, deslealtad y abandono). Una vez más asombra la ausencia de censura o la madurez de nuestros políticos por permitir cintas de este corte ¿será acaso que el cine dejo de ser un medio estratégico para el Estado? El tercer gran filme del director mexicano competirá por el galardón a la mejor película mexicana este año.
Finalmente, entre tanta diversidad temática y narrativa, un cortometraje de Alejandro Murillo (compañero generacional, cineasta en ascenso y actual profesor de la FCPyS, UNAM) de quien conozco el entrañable compromiso que tiene con la pasión por el séptimo arte que siempre lo caracterizó. Hasta la punta de los dedos (2010), nominado en la categoría a mejor cortometraje documental, dice mucho en muy poco tiempo. Un ejercicio arranca la cinta: “¿Dormiste bien anoche? ¿Qué desayunaste? ¿Cómo le dicen a sus parejas que los quieren?" Respondan eso usando sólo sus manos. De esa manera se involucra al espectador en el tema de los lenguajes de señas, para después ofrecerles un panorama del mundo de vida de las personas que tienen que comunicarse de esta manera. El corto, como sucede con muchas películas mexicanas, aun no tiene la distribución que merece, pero aquí el link del canal de youtube del director, para ahondar en sus trabajos:
http://www.youtube.com/user/fugitivo5
No es la primera vez que dejamos que las imágenes nos presenten a nosotros con nosotros mismos: cargamos con una añeja tradición al respecto. En épocas recientes de nuestra ya añeja historia, el muralismo hizo la suerte de narrador y educador de historia al contarnos de manera pictórica qué fue lo que pasó en la revolución, en el pasado del país en general, y qué proyección se tenía a futuro sobre la vida de México. El cine nacional hace lo mismo, quizá no como un programa de Estado ni con esa pretensión, pero si se le mira a detalle y se escucha la particularidad de cada historia, algo se aprende sobre nuestra propia cultura.
miércoles, 2 de marzo de 2011
Palabra e imagen: poesía y cine
viernes, 14 de enero de 2011
Profundo Carmesí
En lo hondo de la pasión, dentro, en lo más recóndito, y de nuevo dentro, más dentro: en la penetración que violenta la privacidad más insondable, en el fluir desesperado de la sangre en las venas, dos historias se juntan con efusión y desenfreno, y desembocan en la fatalidad más hermosa para los enamorados: ‘hasta que la muerte nos separe’. Como lo dice la frase que promociona a la película: “Hay algo que une más que el amor: el crimen.” En Profundo Carmesí, la complicidad no es tanto de los amantes como sí la es de los asesinos.
Entre todas las películas de Arturo Ripstein (que casi siempre retratan un México que no se parece a México, pero que no por ello demeritan su grandeza como séptimo arte), Profundo Carmesí destaca como una de las predilectas por la crítica y el público. El filme, Inspirado en la historia de los años cuarenta de la pareja de asesinos mejor conocidos como “The lonely hearts killers”, es acaso una mezcla de comedia negra, nota roja y romance, que hace rememorar a Luis Buñuel, maestro, por cierto, del mismo Ripstein.
En la historia, Nicolás Estrella, gigoló calvo que usa peluquín y que imita un pobre acento español, es un oportunista que aprovecha la tragedia de las mujeres en soledad: envía cartas para enamorar desamparadas y concreta citas en donde, por medio de la seducción y el engaño, obtiene un beneficio económico. En uno de tantos encuentros, Nicolás conoce a Coral, enfermera con sobrepeso, hijos y alguna que otra desgracia a cuestas, y a quien un mínimo de atención galante basta para hacer caer en idilio. Eventualmente los roles habrán de perder curso y en el acecho, Nicolás será acechado por quien fuera su presa, hasta percatarse realmente, que también puede encontrar amor.
Ya juntos, y comenzado el amor entre el calvo y la gorda, la depravación humana saldrá a flote para ser el tema principal de la película. Asesinatos ocurrirán en medio una doble moral; humillaciones y situaciones ridículas y sublimes serán el común denominador de la pareja, como cuando hacen el amor en el suelo justo después que Nicolás le dice a Coral :“¡Dejaste a tus hijos! Nunca nadie había hecho algo como eso por mí!”.
El reparto elegido por Ripstein tiene gran parte del mérito del filme, Daniel Giménez Cacho y la soprano Regina Orozco realmente generan la empatía de dos personas terriblemente lastimeras, que en la desesperación de la soledad y la fealdad unen sus vidas.
Profundo Carmesí es acaso una de las mejores películas mexicanas de los últimos años, en donde Arturo Ripstein y Paz Alicia Garcíadiego, su esposa y guionista del filme, demuestran que el estilo directo y obstinado que les caracteriza, puede llegar a convertirse en una sinceridad que no molesta, y que en cambio entretiene.