viernes, 14 de enero de 2011

Profundo Carmesí


En lo hondo de la pasión, dentro, en lo más recóndito, y de nuevo dentro, más dentro: en la penetración que violenta la privacidad más insondable, en el fluir desesperado de la sangre en las venas, dos historias se juntan con efusión y desenfreno, y desembocan en la fatalidad más hermosa para los enamorados: ‘hasta que la muerte nos separe’. Como lo dice la frase que promociona a la película: “Hay algo que une más que el amor: el crimen.” En Profundo Carmesí, la complicidad no es tanto de los amantes como sí la es de los asesinos.

Entre todas las películas de Arturo Ripstein (que casi siempre retratan un México que no se parece a México, pero que no por ello demeritan su grandeza como séptimo arte), Profundo Carmesí destaca como una de las predilectas por la crítica y el público. El filme, Inspirado en la historia de los años cuarenta de la pareja de asesinos mejor conocidos como “The lonely hearts killers”, es acaso una mezcla de comedia negra, nota roja y romance, que hace rememorar a Luis Buñuel, maestro, por cierto, del mismo Ripstein.

En la historia, Nicolás Estrella, gigoló calvo que usa peluquín y que imita un pobre acento español, es un oportunista que aprovecha la tragedia de las mujeres en soledad: envía cartas para enamorar desamparadas y concreta citas en donde, por medio de la seducción y el engaño, obtiene un beneficio económico. En uno de tantos encuentros, Nicolás conoce a Coral, enfermera con sobrepeso, hijos y alguna que otra desgracia a cuestas, y a quien un mínimo de atención galante basta para hacer caer en idilio. Eventualmente los roles habrán de perder curso y en el acecho, Nicolás será acechado por quien fuera su presa, hasta percatarse realmente, que también puede encontrar amor.

Ya juntos, y comenzado el amor entre el calvo y la gorda, la depravación humana saldrá a flote para ser el tema principal de la película. Asesinatos ocurrirán en medio una doble moral; humillaciones y situaciones ridículas y sublimes serán el común denominador de la pareja, como cuando hacen el amor en el suelo justo después que Nicolás le dice a Coral :“¡Dejaste a tus hijos! Nunca nadie había hecho algo como eso por mí!”.

El reparto elegido por Ripstein tiene gran parte del mérito del filme, Daniel Giménez Cacho y la soprano Regina Orozco realmente generan la empatía de dos personas terriblemente lastimeras, que en la desesperación de la soledad y la fealdad unen sus vidas.

Profundo Carmesí es acaso una de las mejores películas mexicanas de los últimos años, en donde Arturo Ripstein y Paz Alicia Garcíadiego, su esposa y guionista del filme, demuestran que el estilo directo y obstinado que les caracteriza, puede llegar a convertirse en una sinceridad que no molesta, y que en cambio entretiene.